Mensaje a la Familia de Schoenstatt

Schönstatt, 8. Julio 2018

MENSAJE A LA FAMILIA DE SCHOENSTATT
EN OCASIÓN DEL 50. ANIVERSARIO DE LA PARTIDA DEL PADRE JOSÉ KENTENICH
A LA CASA DEL PADRE (15 de septiembre, 2018)

Querida Familia de Schoenstatt,

El 15 de septiembre de 2018 conmemoramos el 50. aniversario del retorno de nuestro Padre y Fundador a la casa paterna. Con esta ocasión hemos proclamado un “Año del Padre Kentenich”, en el cual queremos dar testimonio de él y de su carisma de diversas maneras.

Hemos vivido el gran jubileo del 2014 como una hora de gracias y de renovación, y desde esa certera promesa nos hemos comprometido nuevamente a ser un “Schoenstatt en salida” (Congreso de Pentecostés 2015).

Por eso, este 15 de septiembre, nos preguntamos: ¿qué nos dice el Padre y Fundador 50 años después de su partida? ¿Y qué le decimos nosotros, su Familia de Schoenstatt, a él?

1. ¿Qué nos dice nuestro Padre y Fundador en esta hora?

En su discurso de despedida Jesucristo les deja tres palabras a sus discípulos: “Permanezcan en mí y yo permanezco en ustedes” (Jn 15,4), “ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 15,12), “yo los he elegido y destinado a que vayan y den fruto y un fruto duradero” (Jn 15,16). Nuestro fundador es un reflejo de Cristo para nosotros, así podemos imaginarnos que él nos habla de manera similar.

“Permanezcan en mí y yo permanezco en ustedes” (Jn 15,4) – Fidelidad creadora al fundador Dios nos ha llamado con y en nuestro fundador. Creemos en él, en su carisma y su misión.

Creemos que por la Alianza de Amor con María, Dios nos hace partícipes de su espíritu de fundador. Si “permanecemos en él”, si permanecemos vinculados en alianza con él, entonces él “permanece en nosotros” y su carisma se hace creadoramente actual y fecundo en y para la Iglesia.

“Ámense unos a otros como yo los he amado” (Jn 15,12) – Cor unum in Patre

Así como el Padre Kentenich acentuó la autonomía de cada una de las comunidades de su obra, del mismo modo exigió y promovió la unidad y la solidaridad entre todas las comunidades y ramas de esta gran Familia federativa. Él veía en una gran comunidad de corazones el plan de Dios para su Familia espiritual: “Parece ser la intención de Dios que mantengamos esta fusión de corazones como fundamento para los próximos 50 años a lo largo y ancho de toda la Familia… no sólo para los próximos 50 años, sino para todos los tiempos venideros” (PK, 25.12.1967). El Cor unum in Patre – un corazón en el Padre – ha de expresarse hoy en día en una solidaridad concreta entre las distintas comunidades y Familias nacionales de Schoenstatt, a nivel mundial y multicultural. Necesitamos unos de otros. Esta solidaridad debe ser expresión y a la vez semilla de una fecunda cultura de alianza.

“Yo los he elegido y destinado para que vayan y den fruto y un fruto duradero” (Jn 15,16) – Schoenstatt en salida

El Padre Kentenich mira con alegría la fuerte corriente misionera que hoy inspira a la Familia. Tomando la expresión de nuestro Santo Padre, el Papa Francisco, queremos ser un “Schoenstatt en salida”, un Schoenstatt misionero, que con alegría anhela propagar el mensaje del Evangelio en la forma particular del mensaje de Schoenstatt en la Iglesia y el mundo de hoy. La alianza se hace misión, la alianza se hace cultura. En todos los ámbitos de la vida: juventud, familia, educación, Iglesia, en todas las áreas de la sociedad y la cultura (cf. Memorandum Congreso de Pentecostés 2015). “Que en la fuerza de la Alianza de Amor surja un mundo nuevo, y dondequiera que vivamos y actuemos, podamos gestar una cultura de alianza” (Oración del Año del P. Kentenich).

“Necesitamos la gracia de arriba, y la recibimos cuando creemos en nuestra Alianza de Amor. Pueden star seguros, con nuestra Alianza de Amor está unido un múltiple carisma” (PK 25.11.1965). El Dilexit Ecclesiam – Amó a la Iglesia -, que nuestro fundador eligió como epitafio, es un legado que nos guía y compromete.

2. ¿Qué le decimos nosotros, la Familia de Schoenstatt, hoy a nuestro Padre y Fundador?

En primer lugar, expresamos nuestro agradecimiento por el regalo que Dios nos hizo en el Padre Kentenich. A él le debemos Schoenstatt y todo lo que Schoenstatt significa para nosotros: la fuente de gracias del Santuario, terruño espiritual y familia, espiritualidad y orientación, sentido y misión. El Padre Kentenich es para nosotros ejemplo, padre, fundador y profeta. Por eso damos gracias de corazón. Así como le decimos a la Santísima Virgen, le decimos también a él: “Qué hubiese sido de nosotros sin ti”.

También le presentamos nuestras necesidades y nuestro pedido. Nos sabemos débiles y limitados, justamente ante la gran misión que él nos confió. Le pedimos su espíritu profético, así como Eliseo pidió a su maestro: “que pasen a mí dos partes de tu espíritu” (2 R 2,9). Por eso le pedimos a Dios este año: “Danos de su fuego y de su espíritu de fundador! Haz que su carisma esté tan vivo en nosotros, que podamos plasmar el futuro de la Iglesia y de la sociedad.” (Oración del Año del Padre Kentenich). En vistas de nuestra misión pedimos también a Dios por la unidad de toda la Familia y que María atraiga hacia sí muchos “corazones juveniles” que se entreguen plenamente por su misión.

Por sobre todo, le prometemos a nuestro Padre y Fundador nuestra disponibilidad y fidelidad: fidelidad a él y a su carisma, fidelidad a su obra y su Familia, fidelidad a su misión para la Iglesia y el tiempo actual.

En este espíritu renovamos la alianza con él y pedimos a la Santísima Virgen que dirija todos nuestros esfuerzos en el proceso de beatificación, de tal manera que desde todos los Santuarios de Schoenstatt, particulatmente también desde el Santuario Matri-Ecclesiae en Belmonte, su carisma sea una bendición para la Iglesia.

 

Querida Familia de Schoenstatt,

Ahora, 50 años después de su partida a la eternidad, se decide en qué medida sigue vivo el fundador en su fundación y en qué medida pasa a la historia. En esta hora se decide el futuro de Schoenstatt. Lo que comenzó en él, ha de desplegarse en su Familia, en nosotros, en plenitud. El Padre Kentenich podría decirnos como San Pablo: “Ustedes son nuestra carta de recomendación, escrita en sus corazones, conocida y leída por todos los hombres.

Evidentemente son una carta de Cristo, redactada por ministerio nuestro, escrita no con tinta, sino con el Espíritu de Dios vivo…” (2 Co 3,2-3).

Cuando un grupo de schoenstattianos le pidieron a San Juan Pablo II que canonizara al P. Kentenich, les respondió: “Canonícenlo ustedes!” Esta es nuestra súplica y nuestro afán, que acontezca un nuevo milagro de la nochebuena: cuando la Familia aspire seriamente a la santidad, entonces será canonizado el fundador. José Engling, el fiel discípulo de la generación fundadora, a quien recordamos en el centenario de su muerte este año (4 de octubre), junto a otros hombres y mujeres, nos precede en esta entrega. El primer milagro que pedimos es el milagro de la santidad de la Familia de Schoenstatt.

Sólo el Espíritu Santo puede lograrlo. En esta fe y confianza de nuestro Padre y Fundador caminamos juntos hacia el futuro. “Recibirán la fuerza del Espíritu Santo y serán mis testigos hasta los confines de la tierra” (Hch 1,8).
En nombre de la Presidencia Internacional de la Obra, su

 

 

 

 

P. Juan Pablo Catoggio

 

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